13 abril, 2008

De mis fobias II


-¿Hasta cuál vas?
-¿Hasta cuál va usted, señora?
-Hasta el 6º
-Yo también.
¡Mentira!. Voy hasta el 9º, señora. Pasa que no me animo. Les temo a los ascensores. No me puedo subir sola. Tampoco es que si voy con alguien me relajo y soy feliz, pero bueno.. al menos me siento contenida, qué se yo.
Aunque tengo etapas. Hubo momentos en los que me subía por las escaleras no importaba cuántos pisos con tal de no pisar esas cámaras malignas. No importaba si me acompañaba Antonio Banderas prometiéndome el viaje mas placentero de mi vida. No me subía y punto.
Me acuerdo cuando Juliana vivía en el piso doce de la Avenida Poeta Lugones ¿52?. En una de mis visitas me atendió el portero la Gise, su compañera de departamento. ¿Qué haces?, ¡Subí!. Apenas la conocía. No daba pedirle que baje para acompañarme porque me daba miedo subir sola. Así que me tuve que arrastrar como una babosa por doce pisos,con mi bolsito, el negrito, a cuestas. Fue terrible esa mañana. Encima que venía de dormir como la mierda en el bondi, muerta de frío, llego y me dicen ¡Qué boluda! ¡Cómo te vas a venir por la escalera! Risas, risas, y más risas.
Y sí, si me lo preguntan, la verdad que me siento bastante boluda muchas veces. Pero bueno, prefiero eso antes de que se me pare el corazón.
Una vez cometí una locura. Tenía que ir a la radio Nacional y ya iba bastante tarde. No me gusta ser impuntual, menos cuando recién estoy comenzando algo. Vi el ascensor y me metí. Justo estaba el portero, le dije que esté atento por si gritaba si es que se me quedaba. Que vaya tranquila me dijo. Apreté el 4 y subí. Qué bien.
Claro, el problema fue el sábado siguiente, cuando ya había masticado en mi cabeza el acto desenfrenado que había cometido la vez anterior. Sin dudarlo, encaré por las escaleras. El problema es que llegaban hasta el 3º no mas. Después tenía dos opciones: el maldito ascensor, o una escalerita caracol de morondanga que parecía desarmarse con sólo mirarla. Y cualquier paso en vano que diera, me dejaba directamente en la planta baja de nuevo. Como en los video juegos. Sólo que yo no tengo muchas vidas, y sí les tengo un gran respeto a las alturas (¿De mis fobias III?). Conclusión, estuve como quince minutos,atacada, atascada en el 3º piso, con ganas de llorar y muchas otras sensaciones que no expondré públicamente, porque un poco de dignidad hay que conservar. Opté por el caracol enclenque, y pasito a pasitito llegué a la radio.
Y así, en este mundo lleno de ascensores, vivo rodeada de encuentros con ascensores. El último fue ayer. Cuando, estando en el shopping, mi sobrina de 4 años no tuve mejor idea que decir ¡vamos por el ascensor!. Yo le agarré fuerte la mano. Habrá pensado que era para protegerla. No se imaginará que, en realidad, era ella quien me estaba protegiendo en ese momento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Sabías que en Argentina mueren más personas por culpa de los ascensores que por atragantamieto con espinas de surubí mocho? Son cifras que preocupan...